Lo musical ¿y yo? El autoconocimiento y la conciencia corporal como herramientas para una práctica musical reflexiva

Lo musical ¿y yo? El autoconocimiento y la conciencia corporal como herramientas para una práctica musical reflexiva

Por Elizabeth Santos Campos | Estudiante de la Licenciatura en Etnomusicología

Introducción

El objetivo del presente ensayo, es abonar a la discusión sobre el tema de la salud en el ámbito musical. Cabe destacar que fue escrito en primera persona y en plural como una forma de invitación a la reflexión y de cercanía con las personas lectoras. En este trabajo, propongo el autoconocimiento y la conciencia corporal como herramientas fundamentales que permiten el desarrollo de una práctica musical reflexiva que beneficia la salud de las personas que nos dedicamos a la música. Para ello primero introduciré una perspectiva sobre las aproximaciones a lo musical y a partir de ahí desarrollaré los conceptos que propongo, a través de mi experiencia y con base en algunas referencias, destacaré la importancia de estos, su definición y algunas ideas para abordarlos.

Al mismo tiempo, pretendo hacer una relación entre estos conceptos y algunas de las situaciones a las que nos enfrentamos como músicos en la práctica cotidiana del instrumento y en las clases de este. Más allá de llegar a conclusiones específicas o soluciones, me interesa compartir este ensayo para poder dialogar con otras personas (principalmente de la comunidad FaM pero también de otros espacios si es posible), retroalimentar nuestros puntos de vista para imaginar y crear nuevos escenarios posibles para nuestro desarrollo como personas dedicadas a lo musical.

Sin más, espero que la persona lectora pueda sentirse identificada y acompañada, pues además de encontrar conceptos y situaciones familiares en el texto, encontrará propuestas relacionadas con el desempeño musical, las cuales puede poner en práctica por sí misma y compartir con otras personas.

Desarrollo

Nuestra relación con lo musical

Las formas en las que una persona se acerca a un instrumento musical o a un tipo de expresión musical, son muy diversas. En general, la relación con lo musical está influida por el contexto social, económico y cultural; particularmente las experiencias significativas de índole familiar, afectiva y emocional (relacionadas a vínculos humanos), pueden llevarnos a unos u otros instrumentos, nos pueden conducir a escuchar o preferir cierto tipo de música. Después de un acercamiento a un instrumento o una expresión musical, algunas personas tomamos la decisión de estudiar música en una institución educativa. Es entonces, que escogemos una escuela y nos planteamos distintos objetivos como: aprobar los procesos de admisión, una vez inscrito asistir regularmente, mejorar la técnica en el instrumento, desarrollar las habilidades que nos permitan desenvolvernos de acuerdo a aquello que nos interesa como puede ser tocar, componer, investigar, educar, producir, etc.

Conforme cursamos una carrera musical, nos damos cuenta del tiempo que implican los traslados, las horas de estudio, las tareas, los proyectos y lo compaginamos con la vida familiar, personal y en ocasiones laboral. Poco a poco, dada la carga curricular y de la vida, puede suceder que comenzamos a dedicar poco tiempo para nosotros mismos y nuestras necesidades básicas.

A medida que se complican los horarios de comida, de sueño y/o de estudio, y se suman situaciones de estrés, ansiedad y crisis, el espacio para nosotros mismos puede parecer (y tornarse) más pequeño y poco accesible. Lo anterior puede desembocar en una práctica musical poco reflexiva y en un desdibujamiento de la percepción de nosotros mismos y de nuestro cuerpo y ante esto ¿dónde quedamos nosotros? ¿dónde quedan nuestros sentires, nuestros deseos? ¿en dónde queda el espacio y el tiempo para nuestra salud? ¿dónde queda el gozo en nuestra labor? Pensando en esta problemática (que involucra no con poca frecuencia a algunas de las personas que nos dedicamos a una carrera musical), a continuación desarrollaré conceptos que considero fundamentales para conocernos, percibir nuestro cuerpo, tener una relación adecuada entre cuerpo e instrumento y con ello tener una vida saludable, volver a dibujarnos cuando sentimos que por diversos problemas, desaparecemos del mapa.

Autoconocimiento y conciencia corporal: su importancia en la práctica musical

El autoconocimiento , de acuerdo con Chernicoff y Rodríguez (2018) es primordial para la transformación y constituye la acción de “mirar” hacia dentro, es decir, de poner atención a nosotros mismos, observar, reflexionar y hacer consciente aquello que respecta a las emociones, sentimientos y pensamientos que coexisten en nuestro ser.

Desde mi perspectiva, el autoconocimiento nos ayuda a tener una noción de nosotros mismos y con base en ello podemos identificar nuestras necesidades, cualidades, deseos, intereses, objetivos y conflictos. El autoconocimiento, según Suanes p. 3 citada en Parra (2021), está compuesto de varias fases: autopercepción, autoobservación, memoria autobiográfica, autoestima y autoaceptación. Explorar estas fases puede ayudarnos a percibirnos a nosotros mismos, identificar nuestros comportamientos, pensamientos, sentimientos, vivencias significativas y traumáticas, así como reconocer la valoración que tenemos de nosotros mismos y cómo podemos trabajar en aceptarnos; el espacio no me permite ahondar, sin embargo, se pueden consultar las referencias para documentarse con mayor profundidad.

En el ámbito que nos compete, considero que el autoconocimiento nos concede la oportunidad de mirarnos a nosotros mismos, de entender qué hacemos y por qué lo hacemos, posibilita el reconocimiento y reflexión sobre nuestro posicionamiento con respecto a lo musical, la forma en la que desempeñamos ese quehacer y qué buscamos con ello. De forma simultánea, el autoconocimiento en lo musical, nos permite conocer nuestras habilidades, destrezas y áreas de oportunidad, nos ayuda a identificar cómo nos sentimos al estudiar, cuánto nos cansamos, cuánto tiempo podemos poner atención, qué pasajes, técnicas o piezas se nos facilitan o dificultan, cómo nos hace sentir el repertorio que tocamos, los recitales, el profesor o la clase de instrumento. Tener conciencia de todo esto (y más), abre la posibilidad de identificar nuestros alcances y aquello que necesitamos hacer para llegar a lo que deseamos o incluso determinar si en alguna de estas áreas necesitamos ayuda en particular (puede ser hablar con tu maestra/o sobre cómo te hace sentir alguna situación en clase, buscar ayuda relacionada a tu salud física y mental, ayuda económica o incluso asesoría sobre algún tema en particular como armonía o improvisación).

En este sentido, pienso que una forma de explorar el autoconocimiento tiene que ver con hacerse preguntas, por ello a continuación propongo algunas:

  • Reflexionar sobre cómo nos percibimos a nosotros mismos: ¿quiénes somos? ¿qué nos constituye? ¿cuáles son nuestros orígenes?
  • Recordar: ¿cómo me acerqué a entornos musicales? ¿por qué me interesa desempeñarme en una carrera musical? ¿qué músicas he escuchado a lo largo de mi vida? ¿Qué siento al hacer, tocar, escuchar música?
  • ¿Qué músicas me gusta tocar?  Al tocar, cantar o cantocar ¿cómo me siento? ¿Cómo es la relación con mi instrumento? ¿Cómo me siento con mi maestra/o de instrumento? Cuando toco, ¿para quién toco?
  • ¿Por qué hago música? ¿Para qué hago música? ¿Para quién hago música?

Por otra parte, en lo que respecta a la conciencia corporal, para Soler (2016), es “[el] conocimiento que se tiene de sí mismo que le permite al sujeto realizar las acciones necesarias para manejar no solo su corporalidad, sino su intencionalidad, su lenguaje y evaluar constantemente el efecto que produce en el medio.”. En ese sentido, la conciencia corporal nos ayuda a desenvolvernos en el mundo y puede coadyuvar a conocer la disposición de nuestro cuerpo, ubicar sensaciones placenteras y displacenteras y medir la cantidad de energía o esfuerzo que se requiere para desempeñar alguna acción, al mismo tiempo, a nivel del lenguaje (corporal en general y gestual) nos ayuda a comunicarnos.

Desde mi punto de vista, la conciencia corporal es sumamente importante en el estudio del instrumento porque posibilita el desarrollo de una percepción del cuerpo como unidad viva y dinámica. Al momento de estudiar, percibir nuestro cuerpo como un todo que interactúa con un instrumento, proporciona el escenario adecuado para entender esta relación como algo integral, que se vincula incluso con el espacio en el que tocamos. Tener conciencia de cómo nos sentimos, de nuestra postura, la posición de nuestros brazos, pies, dedos, manos y partes específicas que participan en la ejecución de algún instrumento nos beneficia directamente pues nos ayuda a ubicar esfuerzos o tensiones innecesarias que, de trabajarse, constituirán una mejora en nuestra técnica e interpretación y por supuesto, esto puede traducirse a una sensación de bienestar en la práctica instrumental o vocal según sea el caso.

Sobre la práctica del instrumento ¿qué tanto reflexiono sobre ella?

Quienes nos dedicamos a tocar un instrumento, especialmente como parte de nuestra formación académica en una institución educativa, tenemos muy presente el papel del estudio. En mayor o menor medida, consideramos que para desarrollar habilidades musicales (técnicas, interpretativas, de memoria, destreza muscular, etc.) es preciso dedicar cierto tiempo del día (del mes, de la vida), a  horas de estudio. Pretendemos que, conforme realicemos una práctica constante avanzaremos hacia objetivos personales, académicos y profesionales. Y es en esta práctica constante en donde pueden formarse hábitos que nos beneficien o perjudiquen a corto, como mediano y largo plazo. En esta parte, me interesa hablar de los últimos, los cuales pueden ser: realizar un buen número de repeticiones sin objetivos específicos, generar tensiones innecesarias en algunas zonas del cuerpo (lo cual nos puede restar agilidad, seguridad o habilidad interpretativa), no comer, no dormir o no descansar para “estudiar” más tiempo, ponerse en modo automático e ignorar movimientos incómodos o posiciones que producen dolor o malestar, entre otros que quiera agregar la persona que lee en este momento.

            Si bien, el estudio del instrumento se puede ver afectado por factores como la carga curricular, la situación económica, la actividad laboral, la salud, los compromisos académicos y los problemas familiares (entre otros), mi propuesta es que aún dentro de eso, en el espacio que encontremos para estudiar, podemos dar cabida a la reflexión, al cuestionamiento, a la conciencia corporal y a nosotros mismos. Dentro de todo esto es posible incorporar, progresivamente, el autoconocimiento, por ejemplo preguntarme por qué tengo que estudiar determinado pasaje, cómo lo estoy haciendo, cómo lo he estudiado antes, cuál ha sido mi progreso y aceptar que quizá, el esfuerzo que hemos hecho en esa sesión de estudio ha concluido y dará frutos más tarde con la práctica constante, regulada y dirigida a objetivos. De igual forma, de manera progresiva podemos trabajar en hacernos conscientes de nuestro cuerpo, desde nuestra respiración, nuestra postura general y posiciones específicas de las manos o los dedos por poner un ejemplo.

Propuestas para un estudio saludable

A modo de rutina, puede ser de gran ayuda establecer un plan para estudiar que contemple:

  • Tomar conciencia de la forma en que respiramos. Concentrarnos en la respiración nos permite conectarnos con nosotros mismos, poner atención en lo que hacemos y si lo hacemos adecuadamente, conforme a nuestras necesidades, tendremos la garantía de tener la oxigenación necesaria para realizar nuestra labor musical.
  • Una fase de calentamiento corporal general. No tiene que ser muy larga y depende de cada persona 
  • Un orden para estudiar el repertorio. Quizá empezar por escalas o ejercicios de énfasis mecánico y poco a poco avanzar a aquellos que requieren mayor destreza o agilidad.
  • Distribuir nuestra energía en el tiempo de estudio.
  • Tomar pequeños descansos o pausas activas
  • Finalizar con una fase de estiramiento.

Como práctica constante previo al estudio o durante la rutina de estudio, es posible integrar elementos como el establecimiento de objetivos específicos, un diario de emociones y sensaciones,  un registro de avances y mejoras, así como prácticas de meditación y relajación. Por otra parte, al menos en la Facultad de Música, contamos con el Centro de Estudios Somáticos (CES) donde nos pueden orientar sobre nuestra salud en el área de fisioterapia o tratarnos alguna lesión si se da el caso. También podemos realizar actividad física en el taller de Entrenamiento funcional y otras actividades relacionadas, lo cual nos ayudará a sentirnos bien con nosotros mismos y a fortalecer  los músculos necesarios para nuestro quehacer y vida cotidiana así como nuestra resistencia y capacidad respiratoria, por lo que esta parte del texto es una invitación a acercarse a estos espacios.

Consideraciones finales

En ocasiones cuando hablamos de nuestra labor musical, no aparecemos en el enunciado. Hablamos de nuestra práctica musical como una acción en tercera persona. Desaparecemos como sujetos de la oración, de las enunciaciones que hacemos. Hablamos de nuestro instrumento, de nuestras materias, de nuestros profesores pero ¿dónde nos ubicamos nosotros? Está lo musical… ¿y yo? ¿yo qué papel tengo con respecto a lo musical?

A veces hablamos de la música como si fuera un ente vivo por sí mismo que no requiere de nosotros, se habla de servir a la música, de respetarla, de serle fiel. Sin embargo, considero que es importante recordar que lo musical es humano (aunque no únicamente pues hay cosmovisiones y cosmoaudiciones muy diversas en el mundo) y que desarrollarnos en el ámbito musical implica alimentar un vínculo de reconocimiento del cuerpo y el instrumento, de sentirlos y lograr una interacción equilibrada para hacer eso que deseamos, de la manera más sana posible. Pues, dentro de toda la incertidumbre que nos pueda circundar, algo es seguro: si nuestro cuerpo enferma, nuestra salud decae y nuestros ánimos disminuyen no podremos seguir haciendo música.

Referencias

Chernicoff, L. y Rodríguez E. (2018) El autoconocimiento: una mirada hacia nuestro universo interno. Didac, núm.  72. 29-37. Recuperado el 01 de febrero de 2024, de: https://revistas.ibero.mx/didac/proxima.php?id_volumen=27

Parra, E. (Comp.). (2021). Habilidades para la vida. Aproximaciones conceptuales. Fondo Editorial Universidad Católica Luis Amigó. Recuperado el 01 de febrero de 2024, de: https://www.funlam.edu.co/uploads/fondoeditorial/702_Habilidades_para_la_vida_Aproximaciones_conceptuales.pdf Soler, A. (2016). La conciencia corporal y su influencia en el proceso grafomotor y los problemas en la escritura. Bogotá, Colombia: Universidad Libre. Tesis de Maestría en Educación con énfasis en Orientación Educativa.

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